Las montañas próximas al Port de Valldemossa fueron sacudidas por el tornado, que derribó decenas de árboles.

TW
0

El bucólico Port de Valldemossa soportó ayer al mediodía un 'cap de fibló' que cambió de golpe su fisonomía. Cientos de pinos arrancados, tejados destruidos, postes eléctricos por el suelo y más de cincuenta casas dañadas es el resumen de una jornada que para los vecinos fue muy larga. Y eso que el tornado duró sólo diez minutos.

A las 12.00 horas un cielo plomizo y negro era el preludio de lo que se avecinaba. «Pensamos que iba a caer una gran tormenta, pero nos equivocamos: llegaba un huracán», relató una de las vecinas. El 'cap de fibló' entró desde el mar y sus vientos huracanados levantaron las tejas de las primeras casas junto al mar. A continuación comenzaron a reventar cristales de ventanas y puertas y, en ese punto, transitar por la calle se hizo muy peligroso. Del cielo caía de todo, y no precisamente lluvia. Cascotes, piedras, maderas y otros objetos se estrellaban ruidosamente contra la calzada, ante la mirada atónita de los residentes que habían conseguido refugiarse en sus casas.

Fueron minutos eternos y el fenómeno atmosférico, que no es nuevo en Valldemossa, se dirigió a continuación hacia la urbanización de Son Oleza, con su capacidad destructiva casi intacta. Un gran pino cayó aparatosamente sobre la carretera principal, que quedó cortada al tráfico, el fluido eléctrico saltó y la Policía Local, que acababa de ser informada de la situación, quedó desbordada en los minutos siguientes. «Ha sido caótico, cuando llegamos al Port no dábamos crédito a lo que veíamos», declaró uno de los agentes. En las fincas de la montaña el golpe de viento dejó una estampa que recordaba al devastador temporal de noviembre de 2001: cientos de árboles caídos unos sobre otros, con los troncos hechos astillas.

La potencia del tornado fue decreciendo, pero el riesgo seguía en toda la Isla y de hecho el temporal continuó imparable, provocando inundaciones en Andratx. Por lo que respecta a Palma, cayó tanta agua en tan poco tiempo que algunas zonas, como por ejemplo la rotonda de Son Valentí, quedó convertida en un lago. En sa Vileta, Son Rapinya o Son Roca hubo cortes eléctricos y la lluvia fue muy abundante. En la calle Àngel Guimerà, Miquel dels Sant Oliver, Fábrica, Son Cotoner y muchas más los bomberos y la Policía Local acudieron para retirar árboles y ramas caídas sobre la calzada. El caudal de sa Riera aumentó de súbito y por el puente de Sa Faixina bajaba