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J.JIMÉNEZ/G.PICÓ
«¿Cómo puedo sentirme si me han quitado a mi hija?. Es lo peor que me podía haber pasado, a mí y a mi familia». El padre de María Isabel Ferrer Segura, la mujer asesinada en una finca de Puntiró, declaró ayer a este periódico que tal y como se han desarrollado los hechos, «está claro que ese individuo actuó con premeditación y sabiendo muy bien lo que estaba haciendo, no hay ninguna excusa posible».

El hombre, llamado Fernando Ferrer, se mostró indignado por el hecho de que el marroquí que acabó a golpes con la vida de su hija no estuviera antes en la cárcel, ya que fue denunciado en varias ocasiones por ella, pero reconoció que «Isabel estaba demasiado enamorada». De hecho, era habitual que tras alguna de las palizas que le propinaba Hamir Guezzar la mujer, cegada por el amor que sentía hacia él, se personara en el juzgado para retirar la denuncia.

El progenitor aseguró, enfurecido, que ningún juicio le podría devolver a su hija y añadió: «Si por mí fuera, no haría falta que lo juzgaran. Que me lo dejen a mí...». Además, el padre se mostró muy abatido por las circunstancias del crimen: «La dejó abandonada como un animal en aquel lugar». La familia de María Isabel, que reside en Son Cladera, cerca de donde vivía la fallecida, ha recibido en las últimas horas numerosas muestras de condolencia por parte de amigos y vecinos, que acusan a las autoridades policiales y judiciales de no haber actuado con contundencia cuando la joven recibió las primeras palizas, a mediados del 2002.

Hamir Guezzar, de 28 años, cuenta con algunos antecedentes policiales, tanto en el Cuerpo Nacional de Policía como en la Guardia Civil. Se le acusa de tráfico de drogas en Calvià, en la Plaza de España de Palma y de varios asuntos relacionados con la violencia doméstica, en los que la víctima era María Isabel. En este sentido, Guezzar parece ser que sentía una auténtica obsesión por su compañera, a la que sometía a seguimientos y controlaba todos los pasos. Cuando las versiones que le daba su novia no le convencían, la emprendía a golpes con ella, entre otras cosas porque sabía que luego María Isabel correría a retirar la denuncia.

El viernes esos malos tratos llegaron a su punto máximo, cuando Guezzar se la llevó a Puntiró y la mató a golpes.