Elena Jiménez, viuda del comandante asesinado, durante el funeral.

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Desde que el pasado martes, por la mañana, el comandante mallorquín Isidoro Turrión recibió un tiro mortal en la Comandancia de Albacete su familia vive en un estado de desánimo y abatimiento que ayer su suegra resumió con estas palabras: «Todos estamos hundidos, pero como es normal la que está peor es mi hija, que no quiere ver a nadie y no entiende por qué han matado a su marido».

Toda la familia del mando asesinado, tanto la política como la directa, permanecen en Albacete apoyando a Elena Jiménez, la viuda de Turrión, y que también es vecina de Palma. Los hermanos de la víctima, Emiliano y Antonio, este último también guardia civil, se desplazaron a Albacete el mismo día en que recibieron la fatídica noticia y María Àngeles Valls, su suegra, tampoco se ha despegado del lado de su hija, que está completamente hundida. «Son historias tristes de la vida, pero nos ha tocado de muy cerca. Nadie se esperaba que pudiera ocurrir algo así; con el teniente coronel Peñafiel mi yerno tenía controversias, pero no estaban enemistados. Todo lo que ha pasado es terrible», contó ayer en conversación telefónica con Ultima Hora desde Albacete.

Sobre el autor de los disparos que acabaron con la vida del comandante Turrión y del médico Francisco Naharro, María Àngeles se limitó a decir: «Ese hombre no estaba bien de la cabeza, tenía sed de venganza». «Mi yerno -prosiguió- era honesto, encantador, leal y todo el mundo lo quería, tal y como se ha visto estos días. No se merecía algo así. El médico asesinado también era una gran persona».