Entre los compañeros del agente en Mallorca hay opiniones diversas sobre el caso.

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PEP MATAS-MICHELS El agente de la Guardia Civil que pide poder ocupar una vivienda en la casa cuartel se dio de baja el pasado viernes, a raiz de la presión psicológica que sufre, generada por el volúmen de información que se produjo a nivel nacional, y por el ambiente de su entorno puesto que está destinado en una localidad de la Isla que no tiene un gran número de habitantes. Dentro de lo que cabe, pero, personas alegadas al agente manifestaron ayer a este periódico que se muestra decidido a continuar llevando adelante su caso, «del que ya ha dado el primer paso y quiere llegar hasta el final, pase lo que pase».

En estos momentos la situación es de espera, puesto que la petición oficial para ocupar una vivienda en el pabellón de la casa cuartel se hará de manera oficial mañana, o a lo más tardar el martes. Como ya se ha informado en estas páginas, el agente tiene una relación estable con su compañero y lo que pretende es que, ya que en la casa cuartel donde está destinado, hay viviendas vacías, poder ocupar una de ellas. Esta relación se mantiene desde hace años e incluso ambos están inscritos como pareja de hecho en el registro del Govern.

En relación a este caso es interesante señalar que no ha surgido de manera esporádica, sino que se trata más bien de un asunto en el que se lleva trabajando varios meses. El agente se puso en contacto con el secretario regional en Balears de Coproper-6j, una asociación de guardias civiles, y le planteó su caso y la intención de pedir la vivienda. Desde la asociación se le prestó desde el primer momento todo el apoyo moral y legal, hasta el punto de que cuatro abogados han estado trabajando en el asunto.