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Tras el alivio respirado en Budapest, cuando la madrugada de ayer la crecida del Danubio alcanzó su cota máxima de 8'49 metros sin causar daños de gravedad, la histórica riada del Danubio sigue su rumbo hacia el mar Negro, mientras los austríacos, checos y eslovacos comienzan a cifrar los estragos que causó. En Alemania, el Gobierno busca fórmulas para hacer frente a los estragos causados por la histórica crecida del Elba. Se habla de daños por unos 10.000 a 15.000 millones de euros, aunque el canciller Gerhard Schroeder ha insistido en que no se pueden concretar sumas hasta que no haya «evaluaciones objetivas».

Los puntos más críticos son ahora las ciudades de Wittenberg y Dessau, ambas incluidas en el patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Por otra parte, la noche del domingo nuevas inundaciones se cobraron probablemente dos vidas más en Rumanía, último país al que llegará la subida del Danubio. Pese a que los expertos no esperan inundaciones en la República yugoslava de Serbia, el país prepara medidas extraordinarias ante una eventual crecida cuya culminación podría producirse los próximos días 22 y 23. Igualmente, en Croacia se observa cómo crece el nivel del Danubio y aunque no se teme aún una situación crítica, en las zonas amenazadas se están reforzando los diques.

En Rumanía, si bien los expertos consideran que el peligro de las inundaciones a causa de las crecidas de los ríos, el Danubio inclusive, es actualmente reducida, las autoridades han advertido de que no pueden prevenir los efectos destructivos de los torrentes. Mientras, siguen adelante los trabajos de limpieza en todas las zonas devastadas la semana pasada en la República Checa, Austria y Eslovaquia.