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Inca vivió ayer el Dijous Bo más peculiar de su historia. La suspensión de todos los actos cuya celebración estaba prevista al aire libre debido a la previsión de temporal motivó que, por primera vez en muchos años, la ciudad celebrara su gran fira sin tenderetes, exposiciones ni muestras de productos en sus calles.

La ciudad se despertó con lluvia. Los pronósticos de mal tiempo y la suspensión de todos los actos al aire libre hizo que no sólo faltaran al Dijous Bo los comercios y empresas que pensaban instalarse en grandes carpas, sino que tampoco acudieron a su tradicional cita con el mercado los vendedores ambulantes que todos los jueves se instalan con sus productos en Inca. Un hecho sin precedentes en la historia del mercado semanal.

Así, el Dijous Bo de ayer fue, en palabras del alcalde Pere Rotger, «un Dijous raro, incómodo, triste», porque no sólo no fue Bo sino que ni siquiera fue como el dijous semanal en cuanto al número de vendedores ambulantes. Este descenso en la afluencia de visitantes también se dejó sentir en los trenes que cubren el trayecto Palma-Inca-sa Pobla. Aunque Serveis Ferroviaris mantuvo las frecuencias especiales del tren cada media hora, el número de viajeros fue similar al de cualquier otro jueves.

A las once de la mañana, poco antes del inicio del tradicional paseo de autoridades por la fira, el sol empezó a hacerse intermitente con la lluvia y a partir de entonces una veintena de vendedores ambulantes se instalaron en las calles más céntricas.

Las calles de Inca no registraron la afluencia de público prevista. No obstante, los inquers sí salieron a la calle a celebrar la fiesta. «Si no salgo a dar una vuelta, no me va a parecer Dijous Bo», le comentaba una vecina de la ciudad a una amiga. Los inquers recibieron la peculiaridad del Dijous Bo con diversidad de opiniones. Mientras algunos sugerían que, ante la posibilidad de riesgo, se había optado por lo correcto con la suspensión de actos al aire libre, otros mantenían que «el Dijous Bo es sagrado y se tendrían que haber celebrado todos los actos aumentando las medidas de seguridad». Esta diversidad de opiniones también se dejó sentir entre los comerciantes, que hablaban de graves pérdidas económicas.