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Manuel Pando Peraza es un taxista de Palma de 52 años que vio cómo su vida cambiaba dramáticamente a raíz de unos acontecimientos ocurridos en la Plaza del Rosellón el 3 de noviembre de 1997. El conductor y otros dos compañeros se pelearon con dos hermanos que iban ebrios y a causa de aquellos hechos Manuel fue condenado a siete años de cárcel, que no ha llegado a cumplir porque ha recibido un indulto. Sin embargo, el taxista asegura que es inocente y quiere limpiar su imagen tras haber sido condenado «injustamente», según él, por el testimonio de un «testigo fantasma».

La sección primera de la Audiencia de Palma consideró probado que Manuel y otros dos compañeros, ese día, a las 20.30 horas, estaban esperando clientes en la Plaza del Rosellón. Javier y Jesús, dos hermanos, llegaron a su altura en estado ebrio y los taxistas los rechazaron, temiendo que provocaran problemas durante el trayecto o no pagaran la carrera. La negativa enfureció a los dos clientes, que comenzaron a insultar a los conductores, que a su vez respondieron con otros improperios.

Según la sentencia, Javier y Jesús cruzaron la calle, dando por finalizado el incidente, pero los tres taxistas los siguieron y dos de ellos les atacaron por la espalda, con una porra y un cable de cobre. Manuel Pando asegura que este extremo es totalmente falso. La condena se basa también en el testimonio del por entonces dueño de un bar próximo, que es la misma persona que hace algunos meses fue detenida en relación al crimen del empresario Estarellas, y que según el taxista «estaba compinchado con los hermanos». «Ese testigo no apareció en un primer momento, sino después. Yo no le doy ninguna credibilidad, pero el tribunal se fió de él y consideró su declaración determinante», contó Manuel.