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Sebastián Madrid Pérez, un hombre de unos 35 años de edad, cumplirá casi 20 años de prisión al confesarse ayer ante un tribunal de la Audiencia de Palma culpable de una violación y de dos delitos de agresión sexual. Este hombre fue obligado a facilitar una muestra de su saliva para obtener su ADN y cotejarlo con los restos de semen recogidos en los tres casos de violencia sexual que estaba investigando la policía.

La primera violación ocurrió en el año 1994 en un portal de la plaza Madrid. El acusado obligó a una joven, tras amenazarla con una navaja, a que le realizara una felación. Manchó con sus restos la ropa de la mujer. Hasta tres años después el individuo no volvió a actuar, y lo hizo en un garaje de la calle Joan Capó. Una mujer fue abordada junto a un ascensor. El individuo le mostró sus genitales y la obligó a que le masturbara. Después le manchó la ropa con su semen. Un mes después, de nuevo en un garaje de la calle Tiziano, abordó a otra mujer. Le dijo que le mirara mientras se autosatisfacía, pero después la obligó a masturbarle. A continuación la arrinconó contra una barandilla y la intentó violar, pero desistió al escuchar los gritos de la mujer.

La Policía Local encontró una huella del agresor y al cotejarlas con su archivo se demostró que coincidía con la de Sebastián Madrid, que tenía antecedentes. El sospechoso decía que era inocente. Por ello, el juez Pedro Barceló ordenó al acusado a que facilitara voluntariamente una muestra de su saliva para cotejar su ADN con los restos recogidos en las tres agresiones. El individuo se opuso. Las pruebas demostraron que él era el violador. Una de las víctimas fue asesorada por la asociación Themis.