El juicio se celebró en la Audiencia en marzo de 1997. Además del agente había otros diez acusados.

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Francisco Marín Alba, un guardia civil que estaba en activo en 1994, cuando fue detenido por el Grupo Fiscal y Antidrogas, ingresó ayer en la cárcel de Palma para cumplir una condena de tres años de carcel que le impuso la Audiencia Provincial de Palma. La condena es por tráfico de drogas y se ejecuta ahora después de haberse agotado los recursos, y de que no se haya aceptado el indulto para el afectado. Entre otros destinos el condenado estuvo en Manacor y cuando fue detenido, el 27 de septiembre de 1994, se encontraba en la capital del Estado efectuando un cursillo para acceder a la Policía Judicial. En la misma causa la Audiencia condenó a otras nueve personas y les impuso penas por un total de 27 años de prisión.

En la sentencia se da por probado que María Isabel Navarro del Valle se dedicaba a la venta de cocaína a través de la casa de citas que explotaba en Palma, en la calle Robert Graves. Esta mujer se proveía de la cocaína a través de distintas personas, quienes se la proporcionaban a sabiendas de que ella la revendía y se beneficiaba económicamente. Entre los suministradores estaban Francisco Marín Alba, funcionario de la Guardia Civil en activo, José Pérez, cuñado del anterior y Juan Mateo Jiménez, amigo común de los dos citados. En el texto de la sentencia se especifica que Francisco Marín no actuaba en el ejercicio de sus funciones públicas, ni en abuso de las mismas. Además de éstas, otras personas de la condenadas también facilitaban cocaína a María Isabel Navarro.

En la sentencia se detecta «una animadversión de María Isabel Navarro hacia Francisco Marín a raiz de que en sus declaraciones exculpó a los otros suministradores y desde que a ella le exigieron el pago de una póliza de crédito concertada durante la explotación conjunta del restaurante Can Fideu, en la que Francisco Marín, hábilmente, no consta como deudor solidario. El número de llamadas telefónicas entre Marín y María Isabel, si bien corroboran su especial relación entre sí, no evidencia que el primero fuera el único y exclusivo suministrador de cocaína, en partidas de gramos, aunque sí que tales suministros coadyudaban al pago de recibos (alquiler etc) que le iban presentado a ella al cobro».