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Miguel Puigrós fue detenido por la Guardia Civil, que le consideró autor de este incendio, realizado el día 24 de mayo de 1997, que ocasionó daños por valor de más de un millón de pesetas. En la pared de la Fundació aparecieron ese día unas pintadas de carácter insultante. Expertos de la Guardia Civil realizaron un estudio grafológico, comparando la letra del gerente con las pintadas de la pared.

Se llegó a la conclusión, pese a que los técnicos habían trabajado en base a unas fotos, que Puigrós era el autor de esas pintadas en la pared (que se realizaron con un spray y no con un bolígrafo) y por tanto era el presunto autor del incendio. El fiscal, basándose en este informe pericial, imputó al acusado un delito de estafa y pidió dos años de prisión. La sentencia, dictada por la juez Carmen González Miró, del juzgado de lo Penal número 5 de Palma, exculpa al acusado por falta de prueba. Miguel Puigrós fue defendido por el abogado Salvador Cánoves.

En primer lugar la sentencia señala que no se le puede imputar al gerente un delito de estafa, porque no ha existido ánimo de lucro, ya que la compañía de seguros no le indemnizó a él, sino a la Fundació, y además el dinero se invirtió en reparar los daños. También la juez critica que la imputación que mantuvo la Guardia Civil no se basó en un estudio serio, sino en la experiencia de los técnicos.

La juez cree que lo normal hubiera sido contrastar una escritura realizada por el acusado con un spray y compararla con la que aparecía en la pared, y no con un escrito realizado con un bolígrafo. La sentencia recuerda también que el gerente sigue contando con la confianza de los responsables de la Fundació.