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La adicción al juego es un problema extendido en Palma y en algunos casos esta ludopatía desemboca en reacciones violentas, tal y como ocurrió recientemente en un domicilio de la zona de s'Escorxador. El pasado domingo el Cuerpo Nacional de Policía fue informado por un vecino de que un joven estaba aporreando la puerta de su casa, al tiempo que profería gritos. Sus padres se encontraban en el interior, pero estaban aterrorizados y no querían abrirle la puerta. Agentes del MIP-C de la Policía de Proximidad, que desde su puesta en marcha se ha distinguido por la lucha diaria contra la delincuencia en las barriadas, se desplazaron hasta aquella vivienda y, en efecto, se encontraron a un muchacho de una veintena de años golpeando furioso la puerta de su casa.

Los funcionarios trataron de calmarlo, pero el joven estaba fuera de sí y amenazó a sus padres de muerte. La situación fue degenerando y al final los policías se vieron obligados a utilizar la fuerza física para reducir al joven, cuya identidad no ha sido facilitada. Los investigadores averiguaron que el zagal en cuestión era adicto a las máquinas tragaperras y que la relación con sus progenitores se había deteriorado de forma irreversible por esta ludopatía crónica que padece. De hecho, todo el dinero que el individuo conseguía, bien de su familia o con algún trabajo esporádico, lo gastaba en el juego y luego acosaba a sus padres para que le dieran más.

Las amenazas de muerte acompañaban a estos episodios violentos y su familia decidió no abrirle más la puerta de la casa porque estaba atemorizada. El muchacho, en estos últimos meses, no había regresado al domicilio paterno, pero el domingo volvió con los ánimos encendidos y con la presumible intención de «sacarles» algo de dinero a los padres. La actuación policial evitó que se encontrara con los progenitores.