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La adolescencia. «La edad de la inocencia quizá, la edad de las emociones innombrables, la edad en que empieza a pesar la ambivalencia, la indeterminación, la duda. Pasas esa línea y empiezas a tomar decisiones, coges un tren, y estás a punto de perderte en el torbellino del mundo. Siempre», escribió Soledad Puértolas. Por desgracia, los adolescentes sólo parecen ser noticia cuando se fugan de casa o protagonizan algún acto violento.

Como es sabido, en Murcia, un chico se ha reconocido autor de la muerte de sus padres y de su hermana pequeña con una katana. Leía revistas de artes marciales, practicó taekwondo y ninjitsu, solía jugar al rol y era aficionado a las videoconsolas. No se ha incidido, pero, en la posibilidad de que se trate de un ezquizofrénico. En cualquier caso, se han sacado diversas conclusiones, quizá precipitadas, acerca de la influencia nociva que las actividades favoritas de gran parte de adolescentes, en especial videoconsolas y juegos de rol, ejercen en su formación personal.

Para Magdalena Salleras, psicóloga, «no todo es negativo en los videojuegos. Mejora la atención, la coordinación, la destreza motriz de los adolescentes. Sí es cierto que están mucho tiempo solos con una máquina, dejando de hacer otras actividades, como por ejemplo, la lectura». De la misma opinión es Tomeu Mulet, profesor de Sociología de la Educación en la UIB: «Al estar normalmente solos, es una forma de socialización más bien pasiva. Además, a menudo los adolescentes no tienen criterio propio para discernir lo que está bien o está mal».