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JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS Un delincuente armado con una pistola irrumpió ayer en una empresa ubicada en las inmediaciones del Coll den Rabassa y obligó a empleados y clientes a arrojarse al suelo. Luego se apoderó de la caja recaudadora, que contenía aproximadamente 700.000 pesetas y huyó en un taxi.

Fuentes de la investigación explicaron que el atraco tuvo lugar a la una de la tarde, cuando un individuo llegó en un taxi a la nave y le dijo al chófer que le esperara un momento. El sujeto entró en el negocio y, pistola en mano, se dirigió hacia la caja registradora, que sabía dónde se encontraba. El hombre actuó con enorme sangre fría y advirtió: «¡Al suelo, esto es un atraco!». Los trabajadores y clientes obedecieron la orden de forma instantánea y el delincuente siguió avanzando, inexorable, hasta la caja. No se preocupó de abrirla, sino que la tomó entre sus manos y la escondió bajo las ropas. Luego, de la misma forma que había accedido a la nave, salió a la calle y se subió al taxi.

El conductor desconocía por completo lo que acababa de ocurrir y le llevó de vuelta a Palma, según averiguó luego la policía. El local asaltado nunca había sido víctima de un atraco de estas características y sus responsables se encontraban ayer impactados. El Cuerpo Nacional de Policía visitó las instalaciones del Coll den Rabassa en busca de huellas o indicios del delincuente y no los investigadores no descartan que se trate de un toxicómano que se encontraba desesperado; sin embargo, la declaración que prestaron por la tarde los testigos presenciales no parece apuntar a que el sujeto estuviera fuera de sí o con el síndrome de abstinencia.