Los violadores eligieron un lugar apartado para realizar los hechos.

TW
0

La Guardia Civil está cercando la búsqueda de los dos jóvenes que en la madrugada del pasado sábado violaron a una mujer y a su hija en un descampado de Magaluf.

En esta investigación participan agentes del Puesto de Palmanova y del equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Palma. Ayer, durante toda la mañana, se realizó una amplia inspección en el descampado de Magaluf donde se produjeron los hechos. El objetivo era encontrar alguna prueba que pudiera conducir a la localización de los dos agresores sexuales.

Tal como adelantó Ultima Hora en su edición de ayer, los hechos se produjeron sobre las tres de la madrugada del sábado. Las dos víctimas son residentes en la ciudad británica de Berlington y llegaron a la Isla nueve días antes de producirse los hechos.

Al regresar al hotel, y cuando se encontraban a unos 50 metros del establecimiento, las dos mujeres, de 55 y 22 años de edad, fueron abordadas por dos individuos. Los delincuentes habían bajado de un coche y las obligaron a subir al turismo. Se sospecha que se trata de un turismo descapotable, que todavía no ha sido localizado por la Guardia Civil. Desde este lugar se dirigieron a un descampado de Magalluf. Durante el trayecto uno de los delincuentes sacó una navaja y amenazó a las dos mujeres para que no se resistieran.

El coche se detuvo en el citado descampado, donde en aquellos momentos no había nadie. Las dos mujeres fueron obligadas a salir del coche. Uno de ellos se abalanzó sobre la mujer más joven, que fue forzada en presencia de su madre. La víctima vio como el agresor sexual, amenazándole con el arma, le obligó a quitarse la ropa y a la fuerza le arrancó las bragas. La joven ha contado a los investigadores que el individuo le introdujo un dedo en la vagina y a continuación la violó. Después, su madre corrió la misma suerte.

Las dos víctimas han detallado a la Guardia Civil que los dos agresores eran morenos, tenían entre 25 y 30 años de edad, de aspecto fuerte y ambos vestían ropas azules. Los individuos conversaron entre ellos en castellano, si bien a las víctimas les hablaron en inglés, para amenazarlas de muerte si se atrevían a contar lo ocurrido.