Los restos mortales fueron sacados del aljibe por partes.

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JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS Günter Ulrich Schneider quiso aparentar ser multimillonario y no calibró la reacción de sus socios en el negocio inmobiliario. El empresario alemán cayó en una trampa que le tendieron los dos detenidos. Fue torturado y asesinado en una casa de Cala Rajada a finales de 1995 y de ahí lo llevaron en un BMW, amparados en la oscuridad de la noche, hasta la finca de ses Set Cases, en Capdepera, en donde ocultaron el cadáver en un aljibe. A falta de la confirmación del examen forense, el empresario alemán murió de un golpe con un objeto contundente en la cabeza, ya que su cráneo apareció destrozado.

En la tarde de ayer un sargento y un agente de la Policía Judicial de Manacor, desplazados días antes a Granada, interrogaron durante cuatro horas a Juan Ch., el administrador de la víctima, y a su mujer, la italiana Antonia C., que también tenía plenos poderes para firmar en nombre del alemán. El hombre, finalmente, se derrumbó y confesó su participación en los hechos, mientras que la fémina insistió en que no tenía nada que ver con el crimen. Esa tarde el juez granadino prolongó su detención cautelar y la pareja pasó la noche en la cárcel. La declaración del administrador, que además era vecino en Cala Rajada del alemán asesinado, ha aportado datos muy valiosos a los investigadores. Günter ocupaba la parte superior del chalet y abajo vivían sus vecinos Juan Ch. y Antonia C. A finales de 1995 -el asesino confeso no ha podido precisar la fecha- lo visitaron en su casa. Era de noche y consiguieron inmovilizarlo. Luego parece ser que lo torturaron, introduciéndole una bolsa en la cabeza, y al final lo mataron a golpes. El matrimonio cargó el cadáver en el BMW propiedad de Günter y que acostumbraba a pilotar su administrador.