Sandra Romero vivía en Pollença con su familia y había empezado Periodismo en Barcelona.

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«Nadie se explica lo ocurrido; eran demasiado jóvenes para morir». Pollença y el Port no se han recuperado todavía del tremendo varapalo recibido. La muerte en accidente en los Alpes franceses de una pareja de novios de la localidad ha sumido en el dolor a sus vecinos, que ayer sólo tenían un tema de conversación; el fallecimiento de Javier Vila, de 20 años de edad, y de Sandra Romero, de 18.

La noticia, adelantada ayer por Ultima Hora , cayó como un jarro de agua fría sobre los habitantes de Pollença, que salían de un período festivo y, bruscamente, amanecieron con una noticia tan dolorosa. Javier Vila vivía en la calle Pescadors número 58 del Port de Pollença, en una casa de tres plantas que ayer fue un continuo ir y venir de amigos y familiares que querían expresar su pésame a los padres del joven. La alcaldesa de Pollença, Francisca Ramón, también acudió a solidarizarse con la familia Vila, que atraviesa unos momentos muy difíciles.

Guillermo, el hermano mayor de Javier, de 28 años, viajó urgentemente a Francia en compañía de un tío, nada más tener conocimiento de la desgracia. Antonio y su esposa se quedaron en el chalet del Port, sumidos en el dolor y sin dar crédito a lo ocurrido. El cabeza de familia es el director de la oficina de la Banca March y es una persona muy apreciada en aquella zona costera. Esta alta estima hacia la familia se vio reflejada ayer en las innumerables muestras de dolor que recibieron los progenitores.

Javier había acabado sus estudios en el instituto y cursaba primero de Historia en la Universitat de les Illes Balears (UIB). Era un apasionado del deporte y en especial del esquí. Sus abuelos maternos son franceses y tienen una casa en lo Alpes, y desde los cuatro años viajaba a aquel paraje con su familia. Tenía experiencia en la montaña, esquiaba con soltura y un familiar relató ayer que últimamente se sentía atraído por la modalidad del «sky board», que consiste en deslizarse por la nieve con una tabla. Sin embargo, sus amigos del Port aseguran que era muy prudente y nunca se arriesgaba más de la cuenta. El joven, el mediano de tres hermanos, también había jugado en el equipo de fútbol local.

Sandra Romero hacía unos dos años que mantenía relaciones con él y todos los recuerdan como una pareja entrañable, muy compenetrada y que pasaba mucho tiempo junta. La chica había finalizado con éxito sus estudios en la Isla y había decidido cursar la carrera de Periodismo en Barcelona. Éste era su primer año y estaba muy ilusionada, según comentaron ayer sus allegados. Su familia vive en la calle Madre Alberta número 59 de Pollença y su padre, Manuel Romero Galera, fue un conocido jugador de fútbol local algunas décadas atrás.