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EFE-BOSTON Una ceremonia íntima devolvió ayer al mar las cenizas de John Kennedy, su esposa, Carolyn, y su cuñada Lauren, que volvieron a las aguas de las que fueron recuperados, aunque esta vez acompañados por sus familiares.

El mar, al que el clan Kennedy ha estado unido durante décadas desde su complejo familiar de Hyannisport, tal vez en busca de la serenidad que le han negado las repetidas tragedias familiares, recogió las cenizas de las tres víctimas del accidente del viernes.

El funeral estuvo marcado por las estrictas medidas para mantener la intimidad de las familias, y se celebró en aguas del Atlántico muy cera del lugar de donde el miércoles se recuperaron los cadáveres.

La ceremonia solemne, de la que estuvo alejada la prensa, fue oficiada a bordo del destructor «Briscoe» por un sacerdote católico y por dos capellanes de la Marina estadounidense.

El funeral se realizó en la plataforma de popa del buque, donde pudo verse a un grupo de personas, entre las que se adivinaba el color blanco de los uniformes de los marinos.

Bill y Hillary Clinton acudieron a ese funeral.