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Desde la época de la «banda de los dinamiteros», a finales de los 70 y principios de los 80, las Fuerzas de Seguridad, y en especial la Guardia Civil, no se habían encontrado ante un reto similar. La «banda del butrón» actuó en la madrugada de ayer por enésima vez, en esta ocasión en una fábrica de Inca, y a pesar de todos los dispositivos montados hasta la fecha, que no han sido pocos, parece que nadie es capaz de detenerlos.

Desde la 313 Comandancia de la Guardia Civil de Palma se negó ayer, oficialmente, que los delincuentes hubieran vuelto a desvalijar un negocio en la Isla, pero este periódico pudo confirmar que el asalto se produjo de madrugada, en una nave ubicada en las afueras de Inca, en la carretera al Port d'Alcúdia. La «banda del butrón» accedió al interior del recinto tras tirar abajo una pared y una vez dentro, con la tranquilidad de la oscuridad y con el tiempo a su favor, registró las instalaciones.

Al final huyeron con abundante género, valorado en casi 5.000.000 de pesetas y no ha trascendido si localizaron la caja fuerte. Ningún testigo, como suele ocurrir en cada nuevo «palo», presenció nada extraño. La Guardia Civil ha constatado que los «butroneros» eligen recintos apartados de los núcleos urbanos, de poca circulación y que aparentemente están dotados de tecnología avanzada en cuanto a seguridad. No tienen vigilantes jurados ni perros, pero son fábricas o negocios que cuentan con alarmas modernas.

Sin embargo, en todos los asaltos las han inutilizado con una pasmosa facilidad y en una de las ocasiones, en concreto en la «visita» a una gasolinera de Portocristo, dejaron sin conexión telefónica a Menorca, ya que confundieron la alarma con un cable de fibra óptica. Los daños materiales superan, muchas veces, al importe del botín y en algo en lo que coinciden los investigadores es que se trata de auténticos «profesionales», quizás una banda formada por extranjeros.