José García permanecerá aislado de otros presos en la cárcel.

TW
0

FOTO: FERRAN CARBONELL
«El Ñaco» pasó ayer su primera noche en prisión acusado del crimen de su compañera sentimental. José García Coronado confesó ante la jueza de Manacor que disparó por dos veces a Andrea Heredia Orta y alegó que llevaba días sin medicarse con metadona y estaba muy exaltado porque sufría el síndrome de abstinencia. Además, en su declaración aludió a un turbio asunto de drogas.

El homicida confeso fue trasladado de los calabozos de la Comisaría de Manacor a los Juzgados pasadas las once de la mañana. A esa hora se oficiaba el entierro por la víctima mortal, lo que restó tensión a la llegada del imputado a las dependencias judiciales. El Juzgado que instruye las diligencias por el caso es el número 2, pero fue la titular del número 1 quien interrogó a «El Ñaco». La magistrada, sin embargo, no lo llamó a declarar hasta las doce y media.

Según informaron luego fuentes judiciales, José García reconoció que había matado a tiros a su novia y se ratificó, casi punto por punto, en su versión facilitada ante el Cuerpo Nacional de Policía. Explicó que el día de los hechos estaba muy alterado porque había interrumpido el tratamiento con metadona y tenía el «mono». Discutió con su compañera, según él por algún tema relacionado con el tráfico de drogas, y se obnubiló. Fue entonces cuando le disparó en la cabeza y en el corazón.

De esta manera, «El Ñaco» ignoró los supuestos motivos pasionales que le condujeron al crimen. Al término de su declaración, en la que estuvo presente su abogada, la jueza ordenó el ingreso incondicional en la cárcel de Palma. En este sentido, las fuentes consultadas anunciaron que José García permanecerá aislado de otros presos, en concreto de los dos tíos de la víctima, que hace un mes protagonizaron un tiroteo en Manacor y que están actualmente en el centro penitenciario.

En los alrededores del Juzgado se concentraron familiares de Andrea Heredia y se vivieron algunos momentos de tensión, aunque no de la misma intensidad que el día del crimen, cuando un nutrido grupo la emprendió a pedradas contra los periodistas.