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«Sé diferenciar lo que está bien de lo que está mal, pero con Ana Belén me ofusqué». Bartolomé Clar Camacho, el preso que mató a su novia durante un permiso penitenciario, quiso convencer ayer al jurado que él no inició la disputa, sino que fue la mujer la primera que quiso hacerle daño con un cuchillo. El acusado, que cumplía condena por un doble asesinato, conoció a la mujer en el centro penitenciario. Ella cumplía condena por matar a su padre. La pareja logró coincidir en un permiso penitenciario. Ambos salieron de prisión el día 20 de diciembre de 1996. El crimen se cometió dos días después. Según el acusado, «le pedí a Ana Belén que me acompañara al cementerio». Quería ver la tumba de sus abuelos y, de paso, ella quiso visitar la de su padre.

Bartolomé explicó que salía con Ana Belén desde 3 de abril de 1995 y el único problema que tenía la pareja era que «Ana Belén tomaba drogas», según el acusado. Cuando estaban en el camposanto el joven descubrió una nota en la cartera de la mujer. En ella se citaba con otro preso de la cárcel. Bartolomé debía regresar esa misma tarde y no le gustaba que su novia quedara citada con otro hombre. El acusado, le pidió una explicación y la mujer le justifico diciendo que «el otro preso le había dado dinero para que le comprara droga». El acusado afirmó que intentó marcharse para no seguir discutiendo. Sin embargo, cuando la mujer estaba a su espalda escuchó como ella abría la navaja que ese día le había regalado. «Le lancé mi chaqueta y salí corriendo. Después le tiré una piedra y logré que ella cayera al suelo». Desde esta posición, el joven intentó desarmarla. «Ella se defendía lanzando patadas mientras yo intentaba quitarle el cuchillo». A partir de este momento el joven ya no recuerda nada más y sobre todo ayer no pudo concretar de qué forma apuñaló a la mujer y que ella sufriera 23 heridas. «Sólo pensé que ella había matado a mi padre y que podría matarme a mí».

«Le dediqué una misa a Ana Belén»
Bartolomé Clar reconoció que tras el permiso le «costaba mucho volver de nuevo a la cárcel». Cuando mató a la mujer ya no se reincorporó a la prisión, donde cumplía casi 60 años de condena. Estuvo en varias localidades hasta la tarde del día 26 de diciembre, fecha en la que visitó dos iglesias de Palma. En la segunda quiso mantener una entrevista con el párroco y «confesarme». El joven ya tenía decidido entregarse a la Guardia Civil, pero antes quiso asistir a una misa. «Quise dedicársela a Ana Belén porque era consciente de que la había matado». El acusado afirmó que nunca quiso aumentar el dolor de la mujer y negó por tanto que se hubiera ensañado con la víctima.