José Lozano fue juzgado ayer por volver a Palma en diciembre de 1997 cuando lo tenía prohibido.

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J.F.MESTRE/PEP MATAS José Lozano Manzano, el minusválido conocido en Palma con el apodo del «Cojo Manteca», está cumpliendo condena en la cárcel de Can Brians, en Barcelona, por fracturar cristales de establecimientos de la Ciudad Condal(2) y de Valencia (1). En estos momentos el minusválido, tristemente conocido entre los comerciantes de Palma, cumple tres condenas por delitos de daños. La primera es de un año de cárcel, por la segunda cumple 300 días y por la tercera 240 días. Dos de los delitos los ha cometido en Barcelona y el tercero en Valencia, ciudades donde ha permanecido viviendo tras ser desterrado de Palma.

El «Cojo Manteca» fue ayer trasladado, bajo custodia policial, a un juzgado de lo Penal de Palma para ser juzgado de un delito de quebrantamiento de condena. Se le acusa de haber incumplido la sentencia de la Audiencia de Palma, que le prohibía pisar la isla de Mallorca durante un periodo de tres años. Esta decisión se adoptó después de que los comerciantes de Palma pidieran que se tomaran medidas contra este minusválido, que se dedicaba a fracturar los escaparates de casi todos los negocios del centro de Palma. A pesar de las limitaciones físicas del «Cojo Manteca» esta persona consiguió superar los controles de los aeropuertos y entrar de nuevo en la Isla, incumpliendo de esta forma el destierro. Después subía a un taxi y se dirigía a la calle del Oms, provocando con su presencia la alarma de todos los comerciantes de la zona.

Nunca ha aceptado la ayuda
El «Cojo Manteca» se ha negado siempre a recibir la ayuda que se le ofrece y no quiere entrar en un hospital de Cataluña, donde se comprometieron a cuidar de él. El minusválido ha provocado varias veces su ingreso en prisión, ya que de esta forma consigue tener una cama limpia y un plato de comida. Ayer, durante el juicio, José Lozano afirmó al juez que «tengo derecho a vivir en Palma y la justicia debería defenderme». Sin embargo, desde que esta persona fue desterrada de la Isla, los comerciantes del centro de Palma viven cierta tranquilidad. Ya no se ven obligados a adquirir nuevos escaparates porque no hay una persona que se dedica a fracturar las lunas. La actitud del minusválido provocó una movilización de los comerciantes, que exigieron a las autoridades de la Isla que se tomaran medidas. Se tuvo muy en cuenta la problemática que sufre esta persona y se le intentó buscar una solución a sus problemas. En los próximos días será de nuevo trasladado a Barcelona.