El doctor Rubén Baler. | R.L.

El doctor en Biología Molecular y científico de la salud del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EEUU, Rubén Baler, impartirá el próximo martes 16 de abril una conferencia sobre El cerebro adolescente y el riesgo de adicción en el Club Ultima Hora-Valores que tendrá lugar a las 19 horas en Es Baluard Museu. Baler visita Mallorca para participar en el 8° Congreso Mundial de la WADD organizado por la Sociedad Española de Patología Dual donde analizará las adicciones y otros trastornos mentales.

El objeto de la adicción puede variar, pero la respuesta conductual es similar, ¿por qué?
— Hay muchos motivos pero el que más me interesa es la tensión que existe entre la evolución sociológica y la medioambiental. Nuestro cerebro está congelado en la época neandertal y no está preparado para afrontar la cascada de estímulos modernos, fuera de los parámetros para los que está diseñado. Cuando hablamos de adicción, hablamos de dopamina, el neurotransmisor encargado de regular la recompensa y el aprendizaje por recompensa. En los neandertales la dopamina enseñaba lo importante para sobrevivir: dónde está la comida más nutritiva, los hombres más fuertes, las zonas más peligrosas… La dopamina nos enseña que la carne es buena y te sube de uno a diez el termostato, por lo que hay que repetir; pero ahora, cuando tomamos alcohol, sube de 1 a 1.000. El cerebro no está diseñado para esto y una vez pasa, pero hacerlo todo el rato... El mundo moderno lo empuja a la zona roja del termostato, donde hay peligro día a día.

¿Y para qué está diseñado el cerebro?
— Para sobrevivir, para comer, regular y mantener la máquina del cuerpo; para reproducirse y responder a lo que ocurre en el mundo exterior conductualmente, escapando si hay peligro y    acercándose para socializar. Son cosas muy básicas para mantenernos con vida pero hoy en día hay un sinfín de imputs para los que no estamos diseñados.

La adicción es una enfermedad que progresa por etapas ¿a qué se refiere?
— Llevar a la dopamina de una a mil una vez no nos hace adictos, pero los efectos se van acumulando. La euforia que se experimenta al consumir una metanfetamina, le dice al cerebro que hay que repetir. Esto le pasa a algunas personas, no a todos. A medida que se repite el consumo, los circuitos cambian. Lo hace también la fuerza con que se conectan y se adaptan a la droga. Entonces hay que subir el nivel para capturar la experiencia del principio. Eso es la dependencia y la tolerancia. El termostato se adapta a una situación anormal y hace que el cerebro se vuelva dependiente para sentirse normal. Ya no se consume por euforia sino para prevenir la abstinencia.

¿Cómo se deja de ser adicto?
— Hoy por hoy no hablamos de curación, se hace la analogía con una enfermedad crónica porque la adicción se puede manejar pero no curar. Hay que tratar de volver a ser una persona no dependiente y restablecer la fisiología normal de los termostatos. Es un proceso de reeducación. ¿Se puede desaprender a andar en bicicleta? Es imposible, lo mismo pasa con la adicción, son los mismos mecanismos.

¿Por qué es peor en el caso de los adolescentes?
— Su cerebro está en desarrollo. Pensemos que es como un hardware que se está programando para ver cómo reaccionan a los diferentes estímulos. Si estos son conductas de alto riesgo será difícil deshacer un camino que ya ha sido andado, como una programación. Es difícil volver atrás. Además la adolescencia es una época de desarrollo en la que se asumen riesgos, es la fase de la evolución en que son más fuertes y veloces y están diseñados para irse de la tribu. Sólo que los riesgos de ahora son muchos más peligrosos y nocivos.

¿También lo son las redes sociales?
— Sí, la conferencia será sobre este tema. Todavía no hay estudios longitudinales que lo aseveren pero los preliminares sugieren que el impacto de las redes no es beneficioso a nivel general. Algunas tienen aspectos buenos, pero igual que los opioides. Es una tecnología dual que para personas muy vulnerables puede ser peligrosa, ya que los llevan al uso de sustancias y pueden exacerbar una enfermedad mental preexistente. Las redes están diseñadas para captar la atención de forma compulsiva y tienen la capacidad de incrementar patologías muy serias.