Conferencia íntegra de Rafael Jordà. | Youtube Ultima Hora

Éxito total de Rafel Jordà, CEO de Open Cosmos, en el Aljub del Museu Es Baluard, lleno de público. Organizada por el Club Ultima Hora-Valores, el ingeniero aeronáutico mallorquín pronunció la conferencia Cuidant el planeta des de l’espai. La lluita contra el canvi climàtic. De un modo ameno y didáctico, Jordà explicó los objetivos y el funcionamiento de su empresa, que fundó en 2015 para democratizar y hacer accesible la información de los satélites y responder a los mayores desafíos que tiene el planeta, entre ellos la lucha contra el cambio climático, lo que le ha valido este año el Premi Empresa de la Fundació Princesa de Girona.

Jordà, que agradeció la oportunidad de poder hablar de satélites en catalán y no en inglés, se refirió inicialmente a los valores que le inculcaron sus padres, médicos de profesión: la curiosidad y dar más que recibir. Ya en su paso por la Universitat Politècnica de Catalunya, desarrolló numerosos proyectos «rodeado de gente brillante». Perdió el miedo a la tecnología y a los proyectos complejos, «y además de aprender, quise emprender».

Rafel Jordà en Club Ultima Hora Valores.

El conferenciante inició su exposición explicando que «hace 30 o 40 años, los ordenadores eran muy grandes y caros. Pasamos por los PC y ahora los llevamos en el bolsillo. ¿Por qué no podía pasar lo mismo con la tecnología espacial?». Así, Open Cosmos, con un equipo de pocas personas, entregó su primer satélite en poco más de seis meses. Ahora trabajan en la empresa unas 70 personas, entre ellas un grupo de mallorquines, con una fábrica en Oxford (Reino Unido), otra montándose en Barcelona y una tercera prevista en Oporto (Portugal).

Jordà destacó que «me motiva trabajar con gente brillante, cuidar de esta maravillosa nave espacial que es la Tierra y dejar un planeta sostenible para las próximas generaciones. A partir de aquí, los retos son la sostenibilidad y la digitalización». Aseguró que «de los 17 grandes retos globales que ha marcado la ONU, 11 no pueden ser abordados sin datos satelitales. Podemos monitorizar el cambio climático, el mar, la biodiversidad, la agricultura... Se abren muchas oportunidades para conseguir una información muy precisa que permita tomar las mejores decisiones. Y, al igual que los ordenadores, ya no son necesarios satélites grandes y caros». En Open Cosmos, indicó, «fabricamos satélites de menos de 50 kilos, pero que ofrecen la misma precisión, con un éxito del 100 %, que los que pesaban una tonelada. Un satélite de Open Cosmos desplegado puede alcanzar los 4 metros, pero, plegado, es como un microondas. Con estos artefactos podemos obtener datos muy complejos que replican la realidad y medir impactos, incluso antes de que sucedan. Lo importante es que todo el mundo pueda tener acceso a esta información. Incluso podemos hacer llegar la cobertura de internet y comunicaciones a regiones recónditas del mundo que no disponen de ella».

Los clientes de Open Cosmos demandan, básicamente, información o aplicaciones sobre cuatro cuestiones: biodiversidad, mar, catástrofes naturales y urbanismo, con una precisión mucho mayor que unas simples extrapolaciones. Según Jordà, «tenemos muchísima demanda sobre biodiversidad, deforestación, desertización, emisiones y contaminaciones, o condiciones reales de la tierra». En este sentido, puso un ejemplo: «Uno de nuestros clientes es una empresa con desaladoras en todo el mundo. Sufría obstrucciones de filtros en sus plantas de Chile y Arabia Saudí. Con nuestros satélites pudimos comprobar que en Chile el problema era el impacto de algas que proliferaban por el aumento de la temperatura del mar y, en Arabia, por vertidos de petróleo. Ese problema tenía unos altos costes e impactos ambientales, sociales y económicos, y los resolvimos».

Como se ha apuntado, otra aplicación de la información de los satélites se refiere a las catástrofes naturales. Rafel Jordà indicó que «son cada vez más frecuentes por el cambio climático: temporales, incendios, olas de calor, inundaciones... Todos estos episodios suponen afectaciones sobre los cultivos, por lo que además se producen impactos económicos. Los datos satelitales pueden ayudarnos a conocer con precisión la realidad de estos fenómenos, prevenirlos, mitigarlos, luchar contra ellos y, también, salvar vidas. Incluso podemos predecir la dirección de los flujos de lava en una erupción volcánica o, en cuestiones urbanísticas, detectar dónde hay construcciones en zonas de riesgo de inundaciones».

En cuanto a los satélites en sí, el CEO de Open Cosmos explicó que «la fábrica de Oxford tiene 500 metros cuadrados, la misma superficie que tendrán las próximas de Barcelona y Oporto. Cualquier partícula de polvo o un cabello puede malograr una misión. Trabajamos con los principales lanzadores de satélites del mundo y, durante la fabricación, sometemos a los artefactos a las mismas condiciones de vibración y temperatura que en el espacio, con una oscilación de entre 30 grados bajo cero y 90 grados positivos. El precio de los satélites puede oscilar entre un millón de euros, el más pequeño, y los 10 millones, el de cuatro metros».

Rafel Jordà en Club Ultima Hora Valores.

Finalmente, Jordà comentó las posibilidades de información que podría tener Baleares con un satélite en base a investigaciones ya realizadas por la UIB: «Diferencias de temperatura en tierra y en el mar y sus umbrales, emisiones, condiciones de los bosques, monitorización de incendios o afectaciones de plagas en cultivos, como por ejemplo la Xylella. Podríamos saber qué payeses son realmente los más afectados».

Así, Rafel Jordà apeló a que se den facilidades al talento y a su captación, como las que encontró en el Reino Unido, así como a la disponibilidad de recursos y la apuesta por una innovación que permita la diversificación económica. Concluida su exposición, el público se puso en pie para aplaudir a Jordà. Previamente a la conferencia, la presidenta del Grupo Serra, Carmen Serra, dio la bienvenida a los presentes y José Mañas, CEO de DNA Wireless, presentó a Jordà como «un crack que responde a la idea de que el ser humano siempre ha mirado al cielo para plantearse y resolver preguntas existenciales».