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Si quiere entrar al trapo de Sánchez discutiéndole su discutible relato contra Franco de la campaña de propaganda ‘50 años de España en libertad’, remedo de los ‘25 Años de Paz’ del franquismo, organizada con ocasión del quincuagésimo aniversario de la muerte de Franco, ocurrida el 20 N de 1975, es conveniente tenga presente que se puede incurrir en sanción o caer en desgracia. Era lo que podía ocurrir ¡Oh casualidad! cuando durante el franquismo se hiciera lo propio sobre algo que pudiera no ser grato al régimen. Los mayores del lugar, con los que ya me encuentro lo recordamos. Quienes estuvimos de cuerpo presente tenemos muchas vivencias para recordar. Unos, sin tenerlas por razón de edad, sin embargo, tienen la poca vergüenza de inventárselas; otros por el simple seguidismo obediente mienten de oficio, clamorosamente. Y, nosotros… «Sabemos que nos mienten. Ellos saben que mienten. Ellos saben que sabemos que nos mienten. Sabemos que ellos saben que sabemos que nos mienten. Y sin embargo, siguen mintiendo». Solzhenitsyn. Y los de siempre siguen votando obedientes, no importándoles ni que mientan ni lo que hagan.

Sánchez, el deuteragonista, si no protagonista, de la comedia, tampoco va a tener ningún escrúpulo en mediatizar, si es necesario para atender sus intereses propagandísticos, las réplicas a su relato; precisas para una historiografía seria, con el artículo 62 e) de la Ley de memoria democrática. Precepto que constituye un claro intento de limitación del derecho fundamental a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones. Pues, establece como hechos sancionables con multa de hasta 150.000 euros y asumir otras consecuencias «las convocatorias de actos, campañas de divulgación o publicidad que por cualquier medio de comunicación pública, en forma escrita o verbal, en sus elementos sonoros o en sus imágenes, inciten a la exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la guerra o de la dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial, cuando entrañe descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares». Es decir: que no se permiten las alusiones entusiásticas, emocionadas o gloriosas favorables a quien debe ser el malo de la película.

Todo un alarde de democracia y libertad…¡Cómo no!