TW
0

Ni foguerons, ni fiestas de Sant Antoni, ni dimonis, ni Sant Sebastià desnudo y lamido a conciencia se lleva el ‘Me Gusta’ más amplio ni la carcajada más sonora que los premios Ciutat de Palma de literatura. Aquí la letra no nos entra con sangre sino con guasa. Es el lugar que otorgamos a hilar textos, a alar palabras, a explicarnos cuanto no entendemos de la vida. Nada, esa bagatela que llaman escribir.

Llevamos tres años seguidos con ediciones moviditas. En 2022, el premio de narrativa quedó desierto. Según los cráneos privilegiados del grupo municipal de Ciudadanos en la oposición, era una evidencia más «del desierto del nacionalismo», catalán, por supuesto. ¡Toma ya!

Un año después, saltó la risotada general cuando se desveló que el flamante ganador del premio de poesía había traducido al catalán su obra escrita originalmente en castellano. Hay qué ver qué mal anda la cultura cuando a los goznes de la poesía hay que suavizarlos con engaños idiomáticos.
Las flechas del santo patrono de esta ciudad se disparan no por usar la lengua de manera viperina sino por la guerra entre el catalán y el castellano que sigue siendo atroz y cobrándose víctimas. No hay alto el fuego aquí tampoco.

Hasta que este año, estamos a nada de ganarnos eco mundial. Somos los bufones de los certámenes literarios. Ni en los Juegos Florales del XIX, ¡caramba! ¿Cómo lo hemos logrado? Dándole el premio de narrativa a una novela ya premiada. A dos días de la entrega (hoy en el Teatre Principal) nos enteramos por la prensa del doblete de la escritora mexicana Antolina Ortiz Moore a punto de coger un vuelo desde Canadá, donde vive, con destino a una gala de entrega de un premio que no lo corresponde. A pie de escalerilla de avión como quien dice, se ha quedado la mujer de Azul humo, que así se llama esta novela, que buena debe ser, si en cuatro meses dos concursos la eligen la mejor entre cientos de obras.

Ella y su humo azul han quedado revocados, pero el jurado del Ciutat de Palma de novela ha quedado retratado. ¿Es que no leyeron la hoja de servicios de la ganadora? La novela a la que le daban el sí ya estaba casada con el sí de otro entregado en septiembre. En los premios literarios, la monogamia es condición sine qua non. Ganas una vez y no más con el mismo título. Si quieres doblete, cúrrate una nueva novela. O preséntala a estos despistados mallorquines, que aparte de vender su tierra y sus casas, entregan los premios literarios más importantes y mejor dotados económicamente de su ciudad, y supuestamente inéditos, sin averiguar si quien gana es una IA o ya se subió al altar con otro novio. De revolcón de risa.

Si además añadimos que la revocada ya fue la elegida en un certamen literario fallado en Palma en 2023, el Juan March Cencillo, comprenderán que me parta de risa o empiece a mosquearme esta falta de seriedad. ¡Menudo Sant Sebastià de sainete! ¿Ustedes ya saben quién ganará el próximo? Yo sí. Un chatGPT. ¿O lo habrá ganado ya?