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Uno de los temas más comentados estas semanas, dada la inestabilidad de los Gobiernos de España y de Balears al ser minoritarios, es si el año 2025 será electoral o no, bien a nivel nacional, bien autonómico, o en ambos.

Para conocer las probabilidades de los adelantos electorales, cabe preguntarse a quién le interesan. Los presidentes tienen la potestad de convocatoria, sí, pero deben justificar con argumentos sólidos el motivo de estas, como aparentar que son para conocer la opinión de los ciudadanos ante un bloqueo institucional; pero no por un evidente y exclusivo objetivo personal, como es no depender de pactos con otros partidos.

Sánchez carece de este interés; no es su mejor momento con todos los casos de corrupción que tocan a su puerta, incluido el riesgo de nuevos mensajes de Aldama con sus ministros. Además, él tampoco se cree el CIS de Tezanos, que le da como vencedor.

La opción pasa por una moción de censura de Feijóo con el único fin de la convocatoria de estas; cabe indagar quién del bloque de la investidura tendría discurso para apoyarla: El PNV está atado y bien atado por los socialistas en el País Vasco, al depender de ellos seguir al frente de la Lehendakaritza; Puigdemont, por mucho que hable de la cuestión de confianza, no le interesan, al encontrarse en una situación inmejorable para pedir la luna, y, visto los antecedentes con Sánchez, este ofrecérsela.

Respecto al resto, ninguno podría justificarlas, ni, aunque haya mensajes de complicidad entre la mujer de Sánchez y Aldama que la implicasen. Las únicas dudas las podría plantear Podemos por la venganza pendiente de Iglesias, pero hoy no se dan las condiciones.

A nivel de nuestras Islas, simplemente cabe analizar si Prohens las convocará, ya que la alternativa, con una posible moción para ello, es inviable, y entre otras cosas, porque Armengol no tiene margen de maniobra para dejar la presidencia para batirse en unas autonómicas, ni podría defenderlo.

Convocar unas elecciones para no depender de Vox sería viable si desde las filas populares detectasen un movimiento de electores de centro izquierda, como le pasó a Moreno en Andalucía, que, para no estar en manos de ellos, solicitó a ese perfil que le votasen, y les convenció, lo que le permitió obtener mayoría absoluta. No fue así con Ayuso en 2021, donde siguió dependiendo de Vox -pero no de Cs-, que subió también en escaños, a pesar de las simpatías hacia ella de los ‘voxantes’.

Si se analizan los datos de las últimas elecciones, las europeas, los votantes más a la derecha están muy movilizados. En nuestra comunidad, tanto Vox como SALF -Alvise Pérez- obtuvieron porcentajes incluso superiores a la media nacional de sus formaciones, y, si se aplica la estrategia que describe Sun Tzu en el arte de la guerra, los terrenos escogidos por Vox para diferenciarse del PP recientemente, mayor presencia del castellano y derogación de la ‘sectaria’ ley de memoria histórica, le proporcionan cierta ventaja en el caladero de los votantes de derechas. A esto hay que considerar el diputado por Formentera, con posibilidad de que caiga del lado de la izquierda vista su victoria en las europeas. No parece que sea electoral el 2025.