La pregunta es por qué hay que regalar el billete de autobús o de tren a quien se lo puede pagar, en un contexto en el que los precios del transporte público ya eran políticos, es decir, subvencionados, puesto que repercutir el coste real del servicio en las tarifas que pagaban los usuarios sería del todo inasumible. La gratuidad del transporte público formaba parte de las medidas adoptadas con carácter temporal por las administraciones como apoyo a la recuperación económica después de la covid. La izquierda gobernante lo aderezaba con la promoción del transporte público como instrumento decisivo para la mejora de la movilidad, que así debería haber ocurrido. Pero la circulación sigue siendo caótica sin que el aumento de pasajeros de los medios públicos se haya traducido en una mengua del vehículo privado.
Santa Rita, Rita, Rita…
Palma13/01/25 4:00
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