El pasado 30 de diciembre la mayoría de la prensa escribía que el presidente del Gobierno había invitado al Rey al acto inaugural de su campaña, el pasado 8 de enero, con motivo del 50 aniversario de la muerte de Franco y se deslizaba que el Rey no acudiría por tener otros compromisos ese día.
No voy a hablar de la oportunidad o bondad de tal campaña (ya me pronuncié la semana pasada) sino de algo, para mí muy grave, en torno a esta efeméride. Y lo digo con rotundidad: El presidente del Gobierno no debe invitar nunca al Rey a un acto del Gobierno. El Rey no puede ser puesto en el disparadero de tener que explicar porque acude o no acude a un acto del Gobierno que genera debate.
Si uno no conociera a Sánchez tendería a creer que ha sido un simple fallo de protocolo, pero conociéndole, es un torpedo dirigido a la credibilidad de la monarquía arrastrándole a afrontar actividades que no han sido consensuadas previamente.
Las cosas no se hacían así antes de que apareciera Sánchez en la vida política española. Lo normal eran reuniones de coordinación o cuestiones de despacho entre el presidente del Gobierno y el Rey donde se podían dirimir diferencias, pero se acordaban los respectivos papeles sin interferencias y sin publicitar desacuerdo alguno.
Pedro Sánchez no es así. Le molesta la Corona y no pierde ocasión para ponerla en un brete. El Rey no tiene que dar explicaciones sobre sus ausencias o presencias en actos. Entre otras razones porque si asiste es quien preside.
Es absolutamente inverosímil que el Gobierno haga pública una invitación al Rey para que asista a un acto político muy partidista, sabiendo que va a decir que no. Algo totalmente distinto sería si en el Parlamento se hubiese aprobado por una muy amplia mayoría, pongamos, con los votos del PSOE, del PP y Vox una resolución creando una comisión para la conmemoración de estos 50 años. Pero incluso ahí ya debería haberse acordado todo el programa previsible de actos con asistencia del Rey, si es que hubiese un papel para el Rey.
Por cierto, es inaudito que el ministro de Asuntos Exteriores (diplomático de profesión y como tal buen conocedor de la tradición) plantase al Rey en la ceremonia de presentación de credenciales de los nuevos embajadores enviando al subsecretario del Departamento. Prefirió estar en el Museo Reina Sofía junto a Sánchez. Es una grosería imperdonable.
Sánchez pretende dejar muy claro que él puede manejar al Rey y decidir si el Rey debe acudir a algún acto. Pero después de lo ocurrido en Paiporta debería andarse con tiento. Uno demostró su valentía y otro su debilidad.
1 comentario
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Creo que las explicaciones que nos debe la casa real en torno a Franco van bastante más allá de por qué acude o no a un acto. Y por supuesto que alguien que vive a cuerpo de rey a costa de los impuestos debe dar explicaciones sobre sus actos y justificar su sueldo, faltaría más. A quien se envió un mensaje claro en Paiporta fue precisamente al rey: los súbditos son ellos.