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No me gusta utilizar expresiones malsonantes en mi vida privada y, muchos menos, en la laboral. Sin embargo, no puedo resistirme a reproducir las palabras del ministro de Transportes, Óscar Puente, para referirse a Pedro Sánchez como «el puto amo». Sin lugar a dudas, tiene toda la razón. El presidente del Gobierno tiene el poder absoluto del PSOE. Ninguno de los secretarios generales del partido había mandado tanto como Sánchez, ni Felipe González.

Prácticamente ningún socialista de peso se atreve a hacerle frente al líder del partido. La única excepción, y con matices, es el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page. Por muchas críticas que haga ante los medios de comunicación, no llega a plantar batalla y termina acatando los postulados del partido.

Esta semana ha quedado demostrado, una vez más, que Sánchez es el «puto amo». La renuncia a la reelección como secretarios generales del PSOE de Juan Lobato en la Comunidad de Madrid, Luis Tudanca en Castilla y León y Juan Espadas en Andalucía es una prueba clara de ello.

El líder socialista está tirando de sus ministros para recuperar el poder territorial que perdió en las últimas elecciones autonómicas. En Cataluña ya lo ha puesto en marcha y le ha salido bien: el que fuera ministro de Sanidad en la pandemia, Salvador Illa, ha logrado ser el president de la Generalitat.

¿Sucederá lo mismo con el resto de ministros? Es complicado, especialmente en plazas como Madrid, donde el ministro de Función Pública, Óscar López, se tendrá que medir con Isabel Díaz Ayuso. Tampoco lo tendrá fácil la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que enfrente tiene a Juanma Moreno y a los andaluces por el trato de favor del Gobierno a Cataluña. Teniendo en cuenta esto, ¿Sánchez piensa en Armengol como candidata de Balears?