Amenudo los representantes políticos en corporaciones o parlamentos democráticos adoptan resoluciones contrarias al programa electoral con el que se presentaron a las elecciones y fueron elegidos. Por el contrario, se ha dicho que aquellos suscribían un tácito contrato con los electores que les vinculaba por el sufragio recibido. Pero no. No es así. El único poder político que le queda al ciudadano de una democracia es votar cada cuatro años para elegir representante, sin tener siquiera la certeza de que este defienda lo que le prometió defender; por cuya razón votó en determinado sentido. La ‘democracia’ ha devenido en una palabra con un contenido prácticamente insignificante para quienes, sin embargo, teóricamente se les atribuye el poder como pueblo o ‘demos’.
Goteras en la democracia
Palma10/01/25 4:00
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