Transporte público
Voy a desenterrar mi coche. Se acabó el transporte público. En Palma no funciona y sus responsables -políticos incluidos- no quieren que funcione. En los autobuses de la EMT, por ejemplo, se han cargado la buena gestión, la puntualidad, la profesionalidad y el buen trato con los usuarios. Tengo la impresión de que la gratuidad de la que hemos disfrutado estos dos últimos años tiene mucho que ver con este deterioro. Y, para más inri de defunción, los conductores se consideran trabajadores de una profesión de riesgo, razón por la cual la semana pasada nos dejaron bajo mínimos haciendo una huelga para jubilarse a los sesenta años. Una huelga en la que no han pedido aumento salarial porque algunos gozan de unos sueldos que doblan el de un educador social público.
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