Vericuetos de la calle San Miguel
La última vez que transité por la calle San Miguel era tal la marabunta turística y multicultural que anegaban esa rúa que resultaba imposible no lanzar patadas para buscar espacio vital. Vamos hacia una ecobasura climática, circular y sostenible y hortera que va a acabar con el apuntador y hasta con Mallorca. Es una calle, esta de Sant Miquel, ya pura caja de zapatos, que no conduce a la inteligencia de ningún lado, ni siquiera por sus laterales a los aliviaderos genitales de muchos mallorquines, me refiero a La Pulga o a aquel hostal Perú de grata memoria. Igual dentro de poco tendremos que pedir cita previa en el Ajuntament para que nos den hueco para andurrear por Sant Miquel, y por el Borne y por el mundo y por tanta gentrificacion y centrificación que es un placer para las influencers y una desgracia para los vecinos de siempre a los que les han arruinado su tejido urbano: los largan para que entren a saco las socimis buitres, aquí en Madrid la toma del centro de la ciudad es salvaje.
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