Aplausos
Palma29/08/24 0:30
Me parece que a estas alturas ya existen en el mundo más cosas que no entiendo que de las otras, es decir, las comprensibles. A veces, me siento como una persona a la que han elevado desde el suelo con algo parecido a una grúa y que después han depositado con delicadeza en otro planeta. Y, sin embargo, sé que todavía estoy en la Tierra. Seguramente este curioso fenómeno se debe a cosas de la edad, agravadas especialmente por mi torpeza tecnológica. Y algo aún peor: las nulas ganas de encontrarme en ella –la tecnología– como pez en el agua.
También en Opinión
- «Te quiero pero no funciona»: un psicólogo explica por qué los hombres viven en el siglo XX y las mujeres en el XXI
- El cirujano Jeremy London te da la clave de qué hacer si te da un ataque al corazón cuando estás solo: «Siéntate de esta forma»
- Le preguntamos a la IA cuál es el mejor lugar para vivir en Mallorca y esta es su respuesta: «Es ideal si buscas un equilibrio»
- Una sentencia deja que una abuela invite a su nieto a comer en su cumpleaños
- Un hombre que perdió a su suegra en la dana dice que pensaron que la alarma era una broma
3 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Brillante.
El aplauso, como una alegre muestra de admiración hacia la belleza con que la naturaleza nos obsequia en una puesta de sol, ya la practicaba Santiago Rusiñol en el Torrent de Pareis. De hecho, yo siempre me imagino la salida de sol (que normalmente me pilla cuando todavía estoy en el mas allá) escuchando "Amanecer" de la obra "Así habló Zaratustra" de Richard Strauss. Lo que no me acaba de gustar son los aplausos que se dedican a las víctimas de violencia de género o de homicidios y asesinatos, después de dedicarles un minuto de silencio. Para mí el aplauso lleva implícita una alegría que no es procedente en dichas circunstancias. Preferiría que acompañaran el silencio con, por ejemplo, "El cant dels ocells" de Pau Casals. No quiero con ello molestar a nadie. Es una simple opinión personal.
Si quiere entonces vivir feliz hasta el día de la despedida, elija ya su epitafio y haga ya el encargo: "Por favor, no aplaudan".