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No ver nada puede provocar problemas de entendimiento y grandes polémica sociales, pero ver demasiado no siempre es mejor. A menudo, como sabían filósofos y poetas, verlo todo muy claro, con iluminación excesiva, engendra espejismos y deslumbramientos, y al igual que una liebre ente los faros de un coche, ceguera transitoria. En este tiempo ávido de verlo todo (¡ah, la monserga de la visibilidad!), en alta definición y realidad aumentada, el problema no es la penumbra sino todo lo contrario. Aguantamos la cantidad de visibilidad que aguantamos, no más, y lo mismo ocurre con la realidad, que si es exagerada se vuelve irreal. Y nos chamusca como polillas en una bombilla. En las bibliotecas de antaño se estaba a media luz, la más adecuada para entender algo, con lamparillas de pantalla verde individuales y una atmósfera tenue muy tamizada. Los amantes incluso apagaban la luz al meterse en la cama, porque se sabía que la visibilidad excesiva puede ser mala de soportar, y la alta definición perjudica el discernimiento, que tiende más a la penumbra y lo borroso. Pero si estos ejemplos no les convencen, fíjense lo que está ocurriendo con el VAR. Nació para impartir justicia y reducir las polémicas futbolistas, pero las ha multiplicado por dos o tres. Todo el mundo está más irritable desde que al fútbol se le ve todo, y los clubs ingleses votarán el mes próximo si mantienen ese excedente de visión o retiran el jodido VAR y sus repeticiones de la jugada. Que cuanto más se repiten desde todos los ángulos, más confusas resultan, porque estamos mentalmente configurados para reconocer las cosas en la bruma y a la primera, eso sí, con errores. El error no sólo es inevitable, sino necesario para la percepción. Por lo menos, el fútbol podrá escoger cuánta visibilidad y definición prefiere, porque en otros aspectos de la cotidianeidad, política incluida, ya es imposible. El exceso lumínico lo deforma todo, cualquier objeto en alta definición se vuelve incomprensible, y en una civilización de pantallas, la bendita penumbra está desterrada. Luz, menos luz, habría que decir. En fin, a ver si el fútbol da ejemplo de racionalidad, baja las luces y algunas cosas dejan de verse.