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No soy muy listo, mejor llámeme observador. Pero de un tiempo a esta parte nos hemos puesto un poco tontorrones en Baleares y lo queremos todo. Ya me enseñaron de niño que no puede ser. Todo tiene un precio. Queremos unas islas paradisíacas, con un entorno envidiable, casi virgen. Queremos un país próspero, dónde no nos falte de nada, ningún servicio, ni público ni privado. Ansiamos tener dinero y ser un punto cosmopolitas, sin dejar de ser auténticos, preservando toda nuestra identidad, nuestra cultura, lengua, costumbres y manera de vivir. Queremos estar bien comunicados, salir de viaje, ser hospitalarios y estar orgullosos de ser un gran destino turístico, moderno, líder y ejemplar. Y deseamos tener dos casas, una para vivir y otra para veranear. Un coche para cada uno de la familia y una oferta de ocio envidiable. Y además queremos que todo sea barato, sobre todo una casa. Pero eso sí, sin hacer edificios altos ni hacer nuevas promociones y mucho menos urbanizar solares. Queremos desplazarnos con facilidad, pero que no haya ni más carreteras ni atascos. Nos gusta que venga turismo de calidad, pero nos parece caro tomarnos una caña en una terraza. Creemos que la isla esta masificada, aunque si podemos alquilar el pisito a unos guiris lo hacemos. Lo que queremos es turismo, sin turistas. Y cobrar sin trabajar. Pues no se puede.