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En interés particular de quien no hace falta nombrar, en España se han otorgado indultos sin arrepentimiento ni compromiso de no volver a delinquir; sino todo lo contrario: pese las declaraciones provocativas de que lo volverán a hacer; se han despenalizado conductas gravísimas y se está tramitando una insólita ley de amnistía. Todo ello como preámbulo de un referéndum de autodeterminación, con el que se pretende se declare la independencia de Cataluña, en genuino golpe de Estado, pues se trata de la promoción de una modificación constitucional de modo distinto al previsto en la propia Constitución; lo que encaja en lo que hoy en día puede ser calificado de golpe de Estado.

Y de lo más penoso es la indolencia de gran parte de la ciudadanía ante lo que está ocurriendo; que a fuer de que se le hayan reducido sus facultades democráticas al mínimo, como demuestra el hecho de que realmente solo se tenga la posibilidad de votar cada determinado tiempo una lista de candidatos decidida por la cúpula de los partidos, hacen del sistema una partitocracia, pues el gobierno es de los partidos, no de los ciudadanos. Partitocracia que no respeta mínimamente a la ciudadanía que representa. Pues para conseguir el voto la engaña con un programa que sistemáticamente incumple si es que no hace exactamente lo contrario de lo programado para lo que fue votado; ingenuamente, claro. Pero ya son muchas veces… La ingenuidad limita con la estupidez.

Lo que el PSOE demuestra cada día, con la acción de gobierno es que poco o nada, le importa la nación; ya que día tras día va desproveyendo al Estado de sus defensas jurídicas, de las leyes adecuadas, que son las armas precisas para la supervivencia en un Estado de derecho. Es decir: de un ordenamiento jurídico que atienda las necesidades de su defensa. Es bueno recordar, para ver y valorar diferencias, que el presidente Aznar en 2002 introdujo en el Código Penal la tipificación de la convocatoria ilegal de referéndum como delito que podía ser penado hasta con cinco años de cárcel y que Zapatero, al asumir el gobierno en 2004 fue de lo primero que derogó, por considerarla «una reforma desafortunada e inapropiada». A pesar de que Ibarretxe había trabajado en un plan, con referéndum incluido, para la autodeterminación del País Vasco. Con Zapatero se inició en España un modo de hacer política que, desafortunadamente, todavía no se ha abandonado.