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Hace unas semanas, paseando por El Molinar, vi una imagen más propia quizás de las cálidas costas californianas que de nuestras queridas playas isleñas. Varias personas estaban practicando el surf muy cerca de Ciutat Jardí, debidamente equipadas con trajes de neopreno. Ese día, el viento y las olas acompañaban, para alegría y disfrute de esos decididos surfistas. Al verles, no pude evitar pensar en la música de The Beach Boys, en especial en temas como Surfin USA, Surfer Girl o Good Vibrations. Me vinieron también entonces a la cabeza las canciones de otros grandes grupos norteamericanos de los años sesenta, como The Monkees, The Byrds o The Mamas & The Papas. Ya casi solo faltaba la presencia de una pandilla de chicos y chicas jóvenes celebrando una fiesta en la playa. Y enamorándose, claro. En cierto modo, El Molinar parece tener ahora algo de ese aire festivo y despreocupado que solemos asociar a la costa oeste norteamericana. Además, es una barriada que me gusta y que conozco bien, pues mi familia estuvo vinculada a ella, de forma intermitente, hasta no hace muchos años. Yo mismo llegué a vivir en la calle Romaguer y luego en la calle Saturn durante un tiempo. Y aunque ahora ya no viva allí, me sigue gustando pasear por la zona, sobre todo en invierno. Es cierto que en estos últimos años casi todo se ha encarecido un poco en El Molinar, pero con un poco de suerte aún es posible comer un exquisito menú a un buen precio, practicar el surf de manera gratuita -al menos por ahora- o evocar dulce y melancólicamente la gloriosa música de The Beach Boys.