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A esta pregunta, alguien me contestó: «Viejo es quien considera que su tarea está cumplida. El que se levanta sin metas y se acuesta sin esperanzas».

Creo que esta es una buena definición de vejez negativa. El que piensa que ya lo ha hecho todo, el que carece de horizontes y no tiene ilusión para nada es un triste viejo.

Pero vejez no es sinónimo de inutilidad. La vejez, bien llevada, puede ser una fuente de sabiduría, de consejo y de ilusión. Los viejos pueden ayudar a construir una sociedad más madura y más sensata. Necesitamos viejos serenos, capaces de interpretar sabiamente el pasado, de leer con realismo el presente y de apuntar hacia el futuro con lucidez. Necesitamos una vejez así para que nuestra sociedad sea más habitable.

Jóvenes y ancianos deben complementarse, los jóvenes aportando trabajo, impulso y creatividad; y los ancianos: sensatez, calma y sabiduría.