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Me acabo de enterar, con tres meses de retraso, de la muerte de Félix, un personaje entrañable. De él se publicaron dos libros, escritos por Kate Moore, uno de los cuales se ha traducido al castellano. Félix era el jefe del Departamento de Combate contra los Roedores de la estación ferroviaria de Huddersfield, en el norte de Inglaterra. Supe la noticia esta Semana Santa, con notable retraso. Me interesó porque yo conocí personalmente a Félix. Un día, al llegar a la estación, estaba paseando indiferente por uno de los andenes. No le acompañaba su segundo en el departamento, Bolt, quien acaba de ser ascendido al cargo de Félix.

Su historia es completamente banal, pero muy divertida, porque los ingleses son muy raros y han convertido a Félix en una celebridad. En realidad, el gato vivió una vida normal, fuimos nosotros, los humanos, quienes nos montamos la película y la seguimos hasta el punto de que Euronews, la cadena de televisión europea, dio la noticia de su muerte como si se tratara de un acontecimiento de trascendencia.

Félix era genéticamente gata, pero inicialmente, cuando le pusieron el nombre, se pensaban otra cosa. Siendo como son los ingleses, es una suerte que esto no haya provocado una disputa sobre los derechos trans. Félix fue adoptado por los encargados de la estación en 2011, con apenas seis semanas de edad. Estaba por allí, le dieron de comer y se quedó. Se paseaba por todo: tan pronto iba a la oficina de venta de billetes, como al bar, a la sala de espera o cruzaba a los andenes opuestos.
No obstante, sin Alan Hind no hubiera sido conocido en todo el país. Este viajero que diariamente iba desde Huddersfield a Manchester le hizo una página web en Facebook, la cual llegó a tener 24 millones de visitas en un año. Hoy conserva 150 mil amigos. La gente viajaba desde otros lugares del país simplemente para verlo. Había viajeros deambulando por la estación con una cámara para retratarlo. El personal de la estación primero creó el cargo imaginario de encargado de control de roedores y le hizo una placa identificativa acompañado de un chaleco reflectante que Félix nunca quiso usar, aunque se dejó fotografiar en alguna ocasión. Se convirtió literalmente en una celebridad.

Tanto Hind, que más bien hacía de portavoz (y administraba su reputación digital), como Andrew Clemens, director de la estación, y por supuesto el mismísimo Félix, estuvieron alguna vez en la televisión, en programas de gran audiencia, porque los temas banales son a veces extremadamente populares. Hay centenares de filmaciones suyas en Youtube. Incluso tiene su propio canal ‘Félix The Huddersfield Station Cat’. (Alguien, desde luego, se debe de encargar de recoger la monetización que proviene de Youtube.) No me consta que haya hecho pódcasts.

Félix competía por el título de gato más popular del país con Larry, el colega de profesión en el 10 de Downing Steet. Aunque, la verdad, lo de Larry tiene poco mérito porque las cámaras las tiene todo el día en la puerta y porque durante un tiempo su jefe fue un payaso. Los medios ingleses han informado de la muerte de Félix con algo de misterio: «por una enfermedad terminal», intentando preservar la privacidad.

A mí toda esta fantástica ficción me hace pensar en las cabalgatas de reyes, que todos aceptamos presentar como si efectivamente aquello fuera verdad. Una de mis hijas muy pronto sospechó de que alguien regalara juguetes, que los reyes tenían que ser los padres, pero durante dos años, desmentía sus dudas viendo una cabalgata que era imposible que organizaran sus padres. «He visto con mis ojos los camiones de bomberos para subir a los pisos» debía de pensar, disipando sus dudas. Todos los adultos se habrían sentido mal ‘pinchando el globo’ que, total, no hace daño a nadie.

El caso de Félix tiene una vertiente humana aún más emocionante. La mujer de Alan Hind, el viajero que un día abrió la cuenta de Félix en Facebook, terminó teniendo un cáncer llamado myeloma. Entonces, los amigos de Hind pensaron que el gato (la gata, en realidad) podría liderar el llamado para conseguir donativos para ayudar a las víctimas de este tipo de cáncer en la sangre. La ONG que empleó a Félix recogió donativos por 300 mil euros, que no está nada mal. La estación espera que Bolt, durante años su segundo y ahora ascendido a jefe del departamento, tenga la popularidad de su antecesor. Francamente, Huddersfield no va sobrada de motivos para la visita, de modo que un gato famoso siempre es un aliciente.