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Los grandes hechos y personajes de la historia aparecen dos veces, afirmaba Friedrich Hegel (1770 – 1831), sentencia que remató Karl Marx (1818 – 1883) precisando que la primera vez la historia se desarrolla en forma de tragedia; luego, se repite como farsa. Los pensadores no contemplaron la reincidencia de los hechos como tomadura de pelo que es lo que sucede con la millonaria dádiva del Consell de Mallorca y el Govern al RCD Mallorca: 2,6 millones de euros para, entre otros objetivos, posicionar Mallorca como destino turístico y dar visibilidad a artesanos y emprendedores de la Isla (la segunda finalidad debe responder a un corta y pega sin revisar de cualquier otro convenio).

El verano de 2022, la misma iniciativa, con idéntico propósito, surgió de la presidencia socialista del Consell, Catalina Cladera, que contaba con completar los 1,8 millones acordados con el Club con las aportaciones del Govern (Francina Armengol) y del Ayuntamiento de Palma (José Hila). Sus aliados de Més se rebotaron: en tiempos de masificación turística no hay que hacer más promoción. Como era norma de ese partido amenazó con romper la alianza con socialistas y Podemos que gobernaba todas las instituciones y desató una crisis de varios días. Se resolvió con un replanteamiento de la subvención suprimiendo la referencia turística –Més lo consideró una gran victoria– y ampliando la relación de beneficiarios: el At. Baleares, el Palma Futsal y unos dineros para el deporte base. Pero sin cuestionar en ningún momento la cuantiosa donación de dinero público a una entidad privada con ánimo de lucro que además cobra unas cuantiosas tarifas a los aficionados para tener derecho como abonados a un asiento en el estadio que además es municipal y para uso exclusivo del club. A lo que hay que añadir que la propiedad y los directivos del Mallorca se precian de la solidez financiera de la empresa futbolística.

Entonces, el PP se opuso con rotundidad a la medida por no saber a qué se dedicaría exactamente el dinero y asimismo desconocer el retorno que tendría para las Islas. Es inevitable preguntarse qué tendrá el Mallorca que provoca tan radical cambio de opinión en función de si los partidos concernidos están en la oposición o en el gobierno. El sentimiento que cantan los seguidores del equipo no parece suficiente para justificar tanto dinero. En el presente, a quince días de la disputa de la final de la Copa del Rey en Sevilla, la presidenta del Govern, Marga Prohens, ha solicitado al ministerio de Transportes (Óscar Puente) la aplicación del descuento del 75 % para el viaje de los aficionados. Sin éxito. Ni el club ni las administraciones parecen haberse planteado destinar el dinero público que tan graciosamente va a parar a las arcas del Mallorca a abaratar el coste del desplazamiento de los aficionados para apoyar a su equipo en tan trascendental encuentro.

Tan dudoso como hace dos años es pretender que un solo turista elija destino por el nombre del estadio de Son Moix o que, si esa fuera la intención, un solo aficionado cambie el sentido de su voto según sea el apoyo institucional a su club. La historia suele ser muy útil para no repetir errores del pasado. Pero ni Govern ni Consell lo han tenido en cuenta y la historia se repite. Innecesariamente.