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En la nueva versión de la España de charanga y pandereta se hace tremendamente difícil no hablar de política y mucho menos hablar de ello sin criticar. Así que hoy, lleno usted de escuchar a unos y a otros, agradecerá que aparquemos, mientras esperamos un nuevo esperpento, que hablamos de otras cosas. Entre los machos alfa es común recurrir a temas tan interesantes como las motos, las mujeres y, sobre todo, el fútbol. Sin duda lo más importante de las cosas menos importantes. Pero como no todo va a ser criticar, concédame la licencia de lanzar algunas loas para los gerifaltes del Mallorca nuestro de toda la vida. Esa empresa que es un sentimiento y que se lleva muy adentro y que está en manos de inversores americanos para gloria y disfrute de los indígenas. Porque serán yanquis, pero no son tontos. Todo lo contrario. Desarrollan en Palma una habilidad extrema para hacer las cosas bien y con el aplauso de los hinchas. Con Díaz de embajador, han elevado el club a las alturas con éxitos deportivos, han ejecutado una reconstrucción espectacular del estadio y se han mimetizado asombrosamente con la sociedad mallorquina a la que respetan y representan. No es tarea fácil, los nativos no siempre somos buena gente. Otros les precedieron y pagaron un alto castigo por torpes. Ahora es el momento de sumar éxitos, orgullo y trabajo en equipo.