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En el Reino Unido, el presidente del parlamento es el ‘Speaker of the House’, el equivalente nominalmente del presidente del Congreso de los diputados. Pero ahí terminan las similitudes. El Speaker, una vez elegido, se da de baja de su partido para que quede clara su independencia respecto de los miembros de la Cámara.
Pese a esa independencia puede votar, pero es muy raro que lo haga. Aunque puede intervenir en los debates no lo hace nunca. Su misión fundamental es controlar el orden en el siempre ruidoso y tumultuoso parlamento de Westminster. Para ello intenta hacerse oír entre el griterío que a veces domina la cámara con esa palabra ya famosa «Order», repetida cuantas veces sea necesario.
Existe otra tradición. Como se ha dado de baja de su partido, cuando se presenta a las elecciones legislativas, para que pueda renovar su cargo, los partidos le respetan y no le oponen candidato alguno en su circunscripción, pues él (ella) se ha presentado como independiente. Así se respeta la presunción de que el Speaker está por encima de la lucha partidista.
El actual Speaker, Lindsay Hoyle, tiene dos cuentas en X (antigua Twitter), una como diputado en la que informa de su trabajo político en su circunscripción y otra como Speaker en la que solo informa de su actividad de dirección de la cámara de los comunes. Claro y contundente.
Sería inaudito e inconcebible que el Speaker ofreciese una rueda de prensa en el parlamento para dar explicaciones de alguna actividad política de su pasado como miembro de un partido o como dirigente local. Sería mucho más incomprensible que utilizase esa comparecencia pública para criticar o acusar a algún partido político del arco parlamentario.
No entro en las alegaciones o responsabilidades de nadie, pero la presidenta del Congreso, pongamos por caso, no puede dar explicaciones sobre acusaciones o informaciones vinculadas con su pasado político, en sede parlamentaria. Tiene que ir a otro sitio para confrontar a los medios de comunicación. En realidad, debería dimitir de su cargo para poder defenderse con total libertad hasta que se aclare lo que se ha presentado en su contra. La dignidad del cargo y de la institución así lo exigen.
Quien preside una cámara legislativa no puede comportarse como si fuese miembro de un grupo o facción porque su misión es representar al conjunto de los miembros del parlamento y amparar a cualquiera en caso de ser atacado. Tampoco puede utilizar su cuenta en X para mezclar todas las cuestiones ya sean de su pasado político o de políticas actuales partidistas. Cuando escribe «compartimos un compromiso con el empleo juvenil y trazamos estrategias para impulsarlo…» ¿a quien se refiere? ¿Quién traza? ¿Quién comparte?
No iría mal un poco de ¡¡¡Order!!!