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Todos habremos viajado en la vida. ¿Podríamos diferenciar un viaje de otro? Seguro, una vez viajamos al norte y otra al sur; una vez en avión y otra en crucero. Esas son diferencias de modo, ¿habría diferencias más de fondo? Se ha escrito que dos son los tipos emblemáticos de viaje que el ser humano ha llevado a término a lo largo de su larga historia: el tipo griego y el tipo hebreo, el emprendido por Ulises y el emprendido por Abraham, el que inicialmente tenía por destino Ítaca y el que tenía por destino Canaán, el narrado en el libro de la Odisea y el narrado en el libro del Génesis.

¿Cuáles son las semejanzas entre ambos? En los dos hay accidentes e incidentes, peripecias y peligros, provocaciones y tentaciones. ¿Hay diferencias? Hay una, y es notable. Ulises volverá al lugar desde donde partió (Ítaca) y a la persona que dejó (Penélope); Abraham salió de su patria y a partir de su salida fue apátrida de por vida. El primero partió con voluntad de regreso, el segundo partió con certeza de ignorar su estación terminal.

Estos dos tipos de viaje derivan en símbolos de mentalidad y de proyecto. El viajero mítico del primer tipo pone su confianza en que el destino lo retornará; el viajero bíblico del segundo tipo pone su confianza en que Dios proveerá.