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Bajan las aguas revueltas por los resultados –pésimos– del informe PISA que confirma dos aspectos claves: nuestros adolescentes leen poco y leen mal y entienden poco las matemáticas, seguramente como consecuencia de lo primero. El informe confirma otra cosa que se sabia: los resultados en muchos casos están vinculados con el nivel socioeconómico de las familias. Harían bien las autoridades educativas en fijarse en el modelo concertado-privado y sus recursos (bibliotecas escolares entre otros) para aplicarlo en la pública e invertir más dinero en profesorado, reducción de ratios, fomento de la biblioteca personal del alumno y de la biblioteca escolar y las aulas de acogida, además de reintroducir evaluaciones reales y repetición de curso, y por supuesto eliminar pantallas y ordenadores y volver a los libros. Más recursos, sí, pero una mayor exigencia también hacia los padres y profesores.