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Hay una pregunta de las encuestas de opinión que los españoles contestan prácticamente sin cambios: «Siendo 0 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha ¿donde se sitúa usted?». Con ligeras variaciones, el español medio se sitúa entre el 4,5 y el 4,9. Es decir, centro izquierda o ligeramente a la izquierda. Pero hay otra pregunta reveladora. «En esa misma escala, ¿dónde sitúa usted al PSOE y al PP?». La respuesta habitual era colocar al PSOE en una horquilla entre 4 y 4,5 y al PP entre 7 y 8.
El español medio quiere moderación, huye de los extremos. El PP para ganar las elecciones tiene que viajar al centro o que se produzca un descalabro morrocotudo del PSOE.

Aznar ganó las elecciones en 1996 porque convenció al electorado de que su partido se había movido hacia el centro, (verdad o no) y porque el PSOE llevaba 14 años de gobierno. Mariano Rajoy ganó en 2011, no por un viaje al centro, sino por el batacazo del gobierno de Zapatero en el manejo de la crisis económica de 2008. ¡Perdió 59 escaños! En ambas elecciones la percepción del PP por los españoles se había deslizado de 7,5 a 6. Un cambio fundamental.

El PP lo tiene ahora complicado para presentarse como verdadera alternativa por méritos propios porque transmite una imagen de excesivo conservadurismo. El PP denuncia a Sánchez por sus tropelías, pero ha hecho muy poco para obtener la confianza de la mayoría de los españoles. Se maneja con torpeza.

Necesita soltar mucho lastre y abrazar una política moderadamente conservadora y plenamente homologable con las líneas europeas de partidos semejantes. Tiene que modernizarse. Para ello, precisa por los menos de cuatro movimientos. Uno, desprenderse de todo resto de franquismo, sociológico o ideológico para abrazar un españolismo incluyente. Dos, manejar el Estado de las autonomías con verdadero interés y no como un mal inevitable, no hacer de la pluralidad lingüística un caballo de batalla. Tres, no oponerse siempre a leyes o medidas que la mayoría de la población acepta, como las políticas de igualdad. Cuatro, desprenderse de su aliado Vox. La mayoría moderada de españoles tolera mejor la extrema izquierda que la extrema derecha.

El PP necesita pescar votos entre los socialistas descontentos, entre los moderados. Feijóo tiene que presentarse como alguien que inspira confianza, no como un agitador que quiere recuperar en la calle lo que el parlamento no le dio. Las democracias son estables cuando tiene un gobierno sólido y una oposición fuerte. Me temo que ahora tenemos un gobierno débil porque en su bloque mandan los extremistas y una oposición débil, porque hace oposición de sí misma. ¿Y todavía se extraña alguien de que el Rey esté serio?