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Vamos a hablar claro. Nunca he votado al PP, pero tengo derecho a criticar al PSOE y a Pedro Sánchez sin renunciar a mis principios.

Sánchez dijo una verdad y una gran mentira en el Comité Federal del PSOE. La verdad: la amnistía no estaba en sus planes (quizá es una gran mentira para no decir la verdad, que todo estaba precocinado) pero es una condición necesaria para que pueda haber un gobierno de progreso. Realmente, si pacta con la derecha reaccionaria del PNV, de Junts y con Bildu, que quieren dinamitar la Constitución, no hay progreso.

La gran mentira: «En el nombre de España, en el interés de España». ¿Por qué cree que el interés de España exige que él siga gobernando a cualquier precio? No hay ninguna mayoría social o democrática a favor de la amnistía. Sánchez lo sabe y se ha cuidado muy mucho de preguntar. La consulta a los militantes está más trucada que los pseudo referéndums del prófugo Puigdemont.

Imaginen que el PP pudiese gobernar sumando los votos de Vox y que éste, sabedor de la necesidad de sus votos, plantease medidas de dudosa constitucionalidad. La amnistía para su líder, encausado por injurias, por ejemplo, o claramente inconstitucional como la supresión de las autonomías. Las redes sociales y los medios de comunicación hablarían de golpe de Estado, tildando al líder del PP de traidor, franquista o nostálgico del pasado por querer gobernar así. Sin embargo, aplicando la receta Sánchez, el PP tendría derecho a gobernar

La deriva del PSOE se parece cada vez más a los movimientos populistas donde el pueblo pasa a ser únicamente la verdad del dirigente y donde se tolera la oposición siempre que no pretenda gobernar. El PSOE cruzó el sábado pasado una línea roja muy peligrosa. Aprobó por aclamación la compra de votos para gobernar con los enemigos de la Constitución y de España, sí, tal como suena.

¿Cómo puede ser creíble Sánchez cuando en su discurso el día 31 de octubre, garantiza la lealtad y el respeto del Gobierno a la Princesa y a la Corona si permite que los ministros de Sumar no vayan a la ceremonia de jura de la Constitución de la princesa Leonor? ¿Cabe mayor falta de respeto? No se puede ser agitador en las calles y ministro al mismo tiempo. Los ministros, pueden ser republicanos, monárquicos o anarquistas y en su casa tomar café con quien quieran, pero en el cargo están obligados a respetar a la Corona y a la Constitución, que es lo mismo. Y si no les gusta, que dejen el cargo y monten una revolución en la calle. A ver que tal les va. Saldríamos ganando.