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La ‘Nit de les Ànimes’ llenaba Mallorca de fantasmales mamarrachos. En la librería Quars un pequeño grupo de judíos mallorquines y simpatizantes nos reunimos en torno a Concha Pérez Rojas, que había venido a Palma para presentar su libro Ukraína. En principio, quisimos celebrar el acto en la sinagoga pero nos lo desaconsejaron por razones de seguridad. Somos el único grupo religioso que no puede congregarse para sus cultos sin disponer de vigilancia armada. Católicos, protestantes y musulmanes nunca la han necesitado. Lo apuntó Arieh Molina, presidente de la CJIB, en su intervención inicial. Los asistentes al acto literario estábamos con el ánimo sobrecogido. Llevamos así casi un mes, desde que supimos del salvaje ataque de Hamás contra la población civil de Israel, pero en esta última semana hemos ido a peor. Los judíos de Mallorca tenemos miedo. Supe que ocurriría desde los primeros días. Y lo tengo escrito en esta misma sección: de víctimas a culpables.

Le explicamos a Concha Pérez Rojas que la Mallorca antisemita rugía de nuevo. Que un mes después de que el Parlamento balear aprobara por unanimidad una Proposición no de Ley que, sobre el papel, reconoce el daño que esta sociedad ha infligido a los descendientes de judíos conversos a lo largo de los siglos, el imaginario antijudío mallorquín había aflorado de nuevo con furia medieval. Los más ‘comprensivos’ dicen admitir que Israel tiene derecho a defenderse, pero a renglón seguido hablan de ‘reacción desproporcionada’. No entraré en estas concreciones –tampoco quiso hacerlo la lúcida escritora en su extraordinaria intervención– porque el hecho es que la pequeña comunidad judía de Mallorca está aterrada. Casi cada día hay manifestaciones pidiendo la libertad de Palestina y, al socaire de esta reivindicación, nos vilipendian y amenazan.

Unos escolares británicos preguntaron un día al rabino Sacks si criticar a Israel era antisemitismo. Les dijo que no. «Os asiste el derecho a criticar a cualquier gobierno, también al vuestro, pero ¿a que ninguno de vosotros piensa que Gran Bretaña no tiene derecho a existir?» Esa es la clave. Hamás, Irán y muchos países árabes piensan que los judíos no deberíamos tener un estado propio. Saben que sin él les sería fácil exterminarnos, como casi hizo Hitler. Lo claman y proclaman quienes estos días salen a la calle. Y la gente ‘sensata’ que ahora mismo nos corrige paternalmente, les hace el juego.