TW
1

El conflicto entre el Estado de Israel y el grupo terrorista Hamas, ha hecho que la geografía de Oriente Próximo vuelva a las tertulias de café. Tertulias que ahondan en las imprecisiones que algunas veces dictamos a través de los medios de comunicación. Una de ellas –una de las más estridentes– tiene que ver con el uso de los gentilicios «israelita» e «israelí». Términos que están siendo utilizados de forma indistinta y de manera aleatoria.

Los israelitas están muertos. Son una cuestión histórica. Comenzaron a desaparecer tras la caída del Templo judío el año 70 d.C. y se extinguieron como tales con la diáspora judía después de la destrucción de la ciudad de Jerusalén por los romanos (134 y 135 d.C.). En aquel momento, el emperador Adriano había decidido «desjudaizar» la región cambiando su nombre por el de Syria-Palestina, en recuerdo a los filisteos que habían habitado Asdod, Ascalon y Gaza, y habían desaparecido mil años antes. La Biblia hebrea (básicamente el Antiguo Testamento cristiano) habla del Ejército israelita en tiempos de los emblemáticos reyes David y Salomón.

Los israelíes están vivos. Son los ciudadanos del actual Estado de Israel (Eretz Israel), el país que nació tras la Segunda Guerra Mundial y que fue reconocido por las Naciones Unidas en 1948. Los medios de comunicación hablan del Ejército israelí actual, conocido como Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) a cuya cabeza está el premier Benjamín Netanyahu. De esos, de los israelíes y no israelitas, es de los que estamos hablando. El uso erróneo de los términos evidencia el desconocimiento de la actualidad y, lo que es peor, devela una profunda ignorancia histórica. Claro que –como decía mi abuela– tenemos que enseñar lo que sabemos a los que no saben, para que ellos nos enseñen lo que saben, que es lo que nosotros desconocemos. ¡Shalom!