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No me malinterpreten. Me sigue gustando la poesía, sigo leyéndola. A veces uno necesita meterse entre pecho y espalda su buena dosis de poesía. Lo que ocurre es que no siempre la encuentro en los libros de poemas. Ahora me viene a la mente el relato de Denis Johnson titulado ‘Trabajo’, incluido en su libro Hijo de Jesús. Hacia el final de ese relato hay uno de esos momentos epifánicos que te ponen los pelos de punta y te humedecen los ojos. El protagonista recuerda una escena de su pasado, cuando aún estaba con su mujer, un instante mágico que luego el día a día se encargó de aniquilar. Bueno, hablo de memoria y mi memoria siempre fue un juguete defectuoso. Todas las páginas anteriores valen la pena solo por esos párrafos finales. En realidad, todo el relato es magnífico, pero un colofón como ese… Nada de amaneramientos, nada de contorsiones raras, vida condensada en un par de párrafos. Y si he pensado en Johnson es porque ando leyendo El favor de la sirena, su obra póstuma, escrita cuando sabía que tenía los días contados, o eso dicen. Cuando leer nos acerca más a la vida, cuando –sin pretenderlo– nos hace mejores… No dejen de leer a Denis Johnson.