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Yo también conocí a Carlos Pumares y no era muy diferente del que gruñía por las noches después de García, otro que era superrabioso y superperiodista. Eran las noches de la extinta Antena 3 radio. Los más jóvenes del lugar ni le oyeron jamás ni tendrán más referencia que ahora su muerte. Pumares era una estrella de la radio dónde su mayor mérito era la memoria enciclopédica que ostentaba y que enfocaba en el cine. Eso hoy ya no tiene ningún valor, el señor Google ha acabado con el mérito de todos aquellos que gozan de una memoria privilegiada. Pero Pumares no era solo memoria del séptimo arte, era criterio, el suyo claro, casi siempre desgarrador y casi siempre a la contra. Un crítico a favor tiene poco morbo e interés, usted ya sabe. Carlos Pumares era ácido, directo, descarado, incorrecto y puede que en algunos instantes hasta desagradable. Era la radio descarada de los años ochenta, la del Butano, Miguel Ángel García Juez, Antonio Herrero, Javier Ares, y de nuestro Bartolomé Beltrán, que aún sigue dando guerra y que también ocupó durante años esta columna que usted lee. Era la radio que aprendimos muchos de los que hoy nos dedicamos a la cosa esa de los medios y la comunicación. Una radio que fue la de esta casa, con Alejandro Vidal o Kika Cortés, una radio que hizo escuela y de la que Pumares fue un maestro. Fibergran, señora. Fi ber gran.